Diario de León

‘CAPUT SPANIE’

Algunos de los hechos más significativos de la Edad Media sucedieron en esta modesta ciudad cuya importancia histórica está lejos de ser suficientemente valorada

En un pasado artículo de esta sección, el titulado La Roma del noroeste, ya hacíamos referencia al papel de la ciudad de León como nexo de unión de regiones de raigambre más antigua para formar un ente territorial más amplio en torno al Reino de León. Frente a regiones cuyo nombre emerge del gentilicio de antiguos pueblos prerromanos como Asturias o Galicia, herederas ambas de aquellos ástures y galaicos cuya titularidad no les correspondía en exclusiva, el espacio leonés nace y crece como entidad territorial, más tardíamente, en la Edad Media. Durante ese período de tiempo conocido como la Reconquista, surgieron ciudades que ejercieron de centros alrededor de los cuales orbitaban, como los planetas alrededor de las estrellas, espacios territoriales forjados en tiempos prerromanos. Es por eso que al eminente antropólogo y folklorista Julio Caro Baroja le gustaba comparar, siempre que tenía ocasión, a la región de León con su Navarra de nacencia. Según él, ambos reinos surgieron de la evolución de los pueblos del norte durante la Reconquista a la sombra de una ciudad: aquellos, vascones que salieron de sus montañas y se unieron en torno a la capital del Reino de Pamplona, y estos, ástures que lo hicieron en torno a la antigua ciudad romana de Legio.

Esa es la razón por la que es tan difícil concretar un territorio con el que identificar el Reino de León. Y que se produzcan paradojas como la de que esos mismos que suelen reivindicar León, Zamora y Salamanca, según la división provincial de 1833, no tengan pegas en alardear de un imperio que llegó, ni más ni menos, que hasta la actual Murcia. No vamos a insistir aquí en la actual percepción que tenemos del territorio, muy influenciada por el Romanticismo, como un espacio claramente definido por fronteras. Una forma relativamente moderna si la comparamos con aquella otra, que nos trajeron los romanos, donde el espacio era percibido a través de las ciudades y sus áreas de influencia. León, desde la época romana, fue junto a Astorga, el centro neurálgico del noroeste penínsular. No es de extrañar, por tanto, que fuera apetecido, desde los primeros momentos, por ese reino apenas conformado que comenzaba a asomar la nariz desde el otro lado de la Cordillera Cantábrica. Como sabemos, no dudó García I en apuntalar los avances territoriales de su padre Alfonso III trayendo aquí su capital, ya en el año 910. Desde entonces, la ciudad de León se convirtió en el centro de acontecimientos políticos de enorme calado histórico. Importancia que ni siquiera Toledo, ciudad de gran carga simbólica, por haber sido la capital del reino visigodo, le consigue arrebatar. Hay que tener en cuenta aquí que en época medieval es muy extraño que una sola ciudad acapare tanto poder político. Las cortes reales solían ser itinerantes para que los reyes pudieran ejercer su autoridad de forma más efectiva.

El lugar elegido

Sin embargo, León no será solo el lugar elegido por los reyes para instalar su corte, será también la sede en la que se reunirá la curia del rey para las ocasiones más importantes. Así será el lugar elegido, hace mil años, para proclamar las primeras leyes con vocación de alcanzar todos los confines del reino, lo que hoy conocemos como el Fuero de León. También, en 1188, será el lugar en el que se proclamará rey a Alfonso IX, en lo que para muchos es el origen de las cortes que terminarán por cuajar en el siglo XIII, cortes que encontrarán su asiento también en la capital. La ciudad de León fue además la sede del Tribunal del Libro, desde el siglo X al XIV, el tribunal de mayor rango del Reino leonés al que se apelaba contra resoluciones de tribunales de rango inferior. Incluso Alfonso VII, monarca reclamado a menudo por Toledo por encontrarse allí enterrado, la elige no solo como lugar para proclamarse emperador sino también como centro de su actividad política. Así, el mismo Alfonso VII acuñará algunas de sus monedas intitulando a la ciudad como cabeza del espacio político que pretendía formar: Leo civitas, caput spanie.

Publicado originalmente en el Diario de León