[blockquote source=»»]A pesar de estar hoy aceptado, el color carmesí asociado tradicionalmente a los pendones de la Corona de Castilla puede que no sea ni tan castellano ni el único utilizado para la enseña leonesa. Un viaje a sus orígenes quizás nos ofrezca alguna respuesta[/blockquote]
En muchas ocasiones presumen los leoneses de símbolos remotos frente a los ‘inventados’ de otros pueblos hispanos aludiendo a ese marchamo de autenticidad que parecen dar las cosas muy antiguas. Sin embargo, y como veremos, los orígenes de algunos de ellos como los de la bandera no van mucho más allá de los de otras enseñas peninsulares.
El primer problema al que nos enfrentamos a la hora de determinar el origen de la bandera de León es el mismo que aqueja al resto de ‘señas de identidad’ del leonesismo; el de separar capital de provincia, de región o de reino. ¿A quién representa la bandera leonesa?
A nada que nos fijemos, una inmensa mayoría de las banderas provinciales de la antigua Corona de Castilla tienen una estética muy parecida; un escudo de armas sobre fondo carmesí o púrpura. El origen de estas banderas tiene su origen en la creación de las provincias en 1833. Los nuevos departamentos provinciales, a la hora de buscar una enseña que los representara, hicieron suyas las que tenían sus capitales que, como el resto de los municipios de la Corona, contaban con el llamado pendón real.
Este pendón real tiene su origen en la celebración que, a partir del siglo XIV, comienza a efectuarse con la proclamación de cada nuevo rey. El pendón se levantaba y se gritaban diferentes fórmulas de lealtad. El citado pendón consistía en un fondo que iba del color carmesí al púrpura sobre el que se cosía un escudo que representaba a la ciudad. En el caso de León contamos con la descripción que se hace del utilizado en la coronación de Carlos IV: «De rico damasco carmesí, con borlas y fleco de oro y plata adornado de seis tarjetas que en campo de raso liso se hallan bordadas de realce con oro, plata y seda seis leones, armas de esta muy noble ciudad». Posiblemente este sea el pendón originario que aún hoy se conserva en el ayuntamiento y que, si bien ha renovado su tela, conserva tres de los seis leones dorados: uno grande en el centro y dos, más pequeños en sus farpas. Este pendón fue el que originó el de la bandera provincial cuando en el siglo XIX la Diputación lo hizo suyo a la vez que quitaba la corona al león representado en el escudo.
Para historiadores como Ricardo Chao el color carmesí de la bandera obedece a esa moda de la corona de Castilla procedente de los pendones reales mencionados. Sin embargo, si seguimos a Juan José Sánchez Badiola en Las armas del reino este color podría tener orígenes más antiguos en los estandartes medievales, quizás de reminiscencias romanas, que usaban los signíferos de los reyes en las campañas militares, color que, al envejecer, tornaba en diferentes tonalidades entre el rojo y el morado. Su extensión, además, se extendería a todo el ámbito hispánico (más conservador respecto a la moda europea de extender todo el escudo al campo) alcanzando al paño del escudo navarro o incluso al de las barras aragonesas, que no serían más que barras doradas cosidas sobre un campo de este color.
Pero lo cierto es que la Diputación provincial no optó exclusivamente por este modelo basado en el pendón real capitalino.
A mediados del siglo XX usó en varias ocasiones el león rampante sobre campo de plata que correspondería al estandarte (no confundir con pendón) real usado por los monarcas leoneses siguiendo la moda europea. Este modelo es reclamado por algunos sectores del leonesismo como más adecuado para representar a una región leonesa que supere el ámbito provincial entendiendo que, a pesar de que en origen eran las armas personales del rey, estas por extensión representaban al resto del reino. Sin embargo, aquí surge de nuevo otra identificación problemática; la de la de la región leonesa con el solar del reino leonés que, en tiempos, llegó a abarcar Asturias, Galicia, Portugal o la misma Castilla. Su uso podría ser tan cuestionable como el de representar a la Comunidad Autónoma de Castilla y León con las armas de toda la Corona de Castilla. Y, de la misma forma, el mismo problema se podría aducir en el caso del uso del color púrpura, atribuido a la dignidad imperial, que se propuso durante la Transición.
Publicado originalmente en el Diario de León