Entre sus manos hay un paño de lino con unos lirios bordados; hay una labor que sorprende a los que hemos llegado para conocer su trabajo; hay, poco después, un bargueño que se abre ante nuestros ojos mostrando la amplitud inesperada de sus cajones secretos, su madera labrada con formas y dibujos, algunos abstractos, otros dibujando sobre las vetas rincones de Carrizo; hay azulejos de colores que él, Benancio López, rescató un día de las paredes de antiguas cocinas que desaparecían, de aquellas de chapa y gancho de la lumbre, y con los que hizo cuadros de caleidoscópica fantasía. Hay entre sus manos un trabajo oculto, escondido por otras labores…