El otoño y la melancolía tienen una relación fuera de toda duda. Dejamos atrás la explosión juvenil del verano y nos embarcamos en un atardecer nostálgico que nos pone a las puertas del ocaso. Los días se acortan y nuestra mirada languidece al posarse sobre una luz y unas cosas que empiezan, otra vez, a ponerse mustias. Pero es este un pesar que encuentra, sin embargo, cierto solaz en algunas cosas (que la melancolía requiere cierto recreo en la tristeza) y el paisaje es sin duda una de ellas. Algunos de los paisajes otoñales que mejor recuerdo, y que creo que comparto con muchos leoneses, son los que vi alguna…