Del carlismo se ha hablado mucho y se ha investigado poco. Quizás sea por esa querencia áurica que tiene a los tronos nuestra historia que, a lo más a lo más, apenas nos han quedado a todos en la retina más que unas imágenes de boinas rojas bajo palio o el retrato del infausto Fernando VII apegado a su nariz y al absolutismo, querencia esta última de la que no le costó despegarse cuando se echó en brazos de la que poco antes era hidra liberal para apuntalar el trono bajo las posaderas de su recién nacida hija Isabel, dejando de paso a su hermano Don Carlos, que esperaba la…