Caminando por las calles de la capital, me hacía notar mi hermano la llegada del carnaval en el particular atuendo de un individuo que bajaba por la Calle Ancha. No me convenció mucho el argumento y nos pasamos un rato discutiendo si aquello era disfraz o no lo era. Que si ese sombrero tan grande, que si la corbata psicodélica, que si las gafas de sol en plena noche, que si esa gabardina de Columbo. Yo creo que sí, yo creo que no. Total, que el hombre pasó a nuestro lado sonriendo mientras nosotros nos encogíamos de hombros. Tuvieron que ser algunos adolescentes, vestidos de personajes de ficción que no…
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Giros del trillo y la memoria
Hay pocas cosas que tengan la endeblez y, a la vez, la solidez de la memoria. Me pide mi primo Miguel que hable aquí de la trilla. Me lo dice mientras hace un retrato de aquellos años de nuestra primera infancia en el que todo el pueblo hacía la vida en la era, girando sin parar sobre los trillos y escapando del polvo y del sol, como si fuera un tiempo distinto, ajeno al mundo de las cosechadoras y empacadoras que navegan los campos que nos rodean y que, con cambios técnicos, siguen haciendo la misma labor. Lo narra de tal forma que pienso que la memoria tiene la facultad…