Abrimos la puerta de la ermita de la Virgen del Villar y se ilumina una pared llena de fotografías. Un montón abigarrado de imágenes que los habitantes de Carrizo han ido colgando allí durante más de cien años. La vista poco a poco se acostumbra a la oscuridad del templo y van apareciendo ante nuestros ojos, colgadas de listones de madera, sonrisas de primera comunión junto a jóvenes en traje militar. Antiguos daguerrotipos con hombres de bigote retorcido y codo apoyado en columna de escayola. También retratos de aquellos sacerdotes con sotana y bajo teja, en blanco y negro, al lado de coloridas instantáneas de parejas de recién casados en…