Estos días pasan para mí como pasa cualquier día de verano: una máquina de segar, unos largos en la piscina, algunos libros. Ya se sabe que los días y las noches del verano se hicieron para el hedonismo. Que si los rayos del sol pellizcan la piel, que si la grasa crepita al tocar el fondo de las barbacoas y hay hogueras que alumbran conversaciones triviales. No hay rutina ni trabajo que pueda con su fuerza. Corros de jóvenes pasan las tardes olvidando que el tiempo existe. Suena el estruendo de los cohetes de las fiestas, huele a ajo, a sexo. Las sombras se alargan, interminables, cada tarde. Es el…