En esa difusa patria de la niñez que todos llevamos dentro siempre hay algunos paisajes imborrables. Ahora que dicen que vuelven a construir pantanos, yo recuerdo con mucha intensidad las tardes de pesca con mi primo Miguel. Sabíamos que a los bermeyos y a los carpinchos les gustaban las morucas, así que llenábamos un bote grande de ellas y salíamos en bicicleta hacia el campo con dos cañas apuntando al sol radiante del verano como dos caballeros andantes. Recorríamos la vega de Carrizo a través de un mapa de ríos, riales, regueros y regatos donde nunca faltaba un lugar donde echar el anzuelo. Algunos lugares eran imprescindibles: la Forera, las…