El noroeste ibérico es país de tesoros escondidos, de oro secreto que ya desde antiguo asoma por las heridas que algunos abrieron a la tierra, unas veces a pico, otras con grandes obras de ingeniería. Y ya sea por el asombro que producen los parajes extraordinarios de médulas y canales que el romano dejó, o ya sea por la codicia y la fascinación que siempre causó el metal de los tesoros, fueron los habitantes de esas tierras especialmente hábiles en la creación y recreación de leyendas relacionadas con las riquezas escondidas en lo más profundo de la tierra. Ahí están los ubicuos moros, habitantes de simas y cuevas, que como…