Quizás es que haya un orden en todas las cosas. Hasta en lo más menudo; hasta en la más invisible composición del átomo o en la caótica forma de un vidrio quebrado. No lo sé. El caso es que mirábamos la tela de araña congelada desde el otro lado del cristal y pensábamos en una razón oculta. Algo tenía que gobernar la disposición de esa cadencia de hilos, esa distribución de los hielos. Esa forma de ajustarse a un ritmo y a un espacio. ¡Mira! Me dijo mientras sacaba uno de los tomos de la biblioteca y lo abría cuidadosamente sobre la mesa, junto a la ventana. Las ilustraciones eran…