La de la provincia del Bierzo es casi una reivindicación tan lejana como la de la fecha de aparición de las provincias en España. Es cierto que las provincias existían ya en el Antiguo Régimen, y esa denominación recibió a menudo el Bierzo, pero entonces la referencia era ciertamente ambigua. Fue a partir de la revolución liberal cuando la palabra provincia apareció asociada a la demanda de descentralización del poder que aquel proceso llevaba aparejado, y su reclamo fue una ambición de los individuos más implicados en las reformas, los liberales.
Aunque ya con las Cortes de Cádiz hubo ciertas aspiraciones de una provincia para el Bierzo, no fue hasta la época del Trienio Liberal (1820-1823) y la restauración de la Constitución de 1812, cuando la demanda se convirtió en una realidad. Inspirándose en las tres demarcaciones en que se había dividido León durante la Edad Moderna (partidos de Ponferrada, Oviedo y León), los liberales leoneses representados en las Cortes plantearon, desde el mismo momento en que se puso sobre la mesa la división provincial de España, la conveniencia de la formación de una provincia para el Bierzo.
Las razones eran obvias. Un espacio geográfico muy definido, rodeado de cadenas montañosas que a menudo, y sobre todo en invierno, sufría de problemas de comunicación con el exterior y una identificación clara de los habitantes con el territorio desde tiempo inmemorial fueron los argumentos con los que diputados leoneses como Felipe Sierra Pambley o Antonio Valcárcel intervinieron a favor de la creación de la provincia en la comisión encargada del caso.
No faltaron obstáculos en el camino. Las protestas de los ayuntamientos de la comarca de Valdeorras, que habían quedado incluidos en la nueva provincia, y la rivalidad por la capitalidad entre Villafranca y Ponferrada aparecen también en las sesiones de las Cortes. Estos problemas se sumaron a los planteados por los realistas, contrarios a los cambios que traía consigo el nuevo régimen liberal y partidarios en el Bierzo de volver a a la antigua demarcación territorial.
No obstante, la nueva provincia del Bierzo fue una realidad a partir del 27 de enero de 1822. Una realidad bastante efímera si tenemos en cuenta que duró tan solo hasta el 30 de junio de 1823, fecha de la última sesión de su Diputación, celebrada en Lugo. Hasta allí tuvieron que huir los diputados bercianos escapando del ejército que había mandado la Santa Alianza para acabar con el régimen liberal en España y reponer en el trono a Fernando VII. Acababa así una experiencia que marcaría en adelante las aspiraciones de uno de los territorios leoneses con una personalidad más acusada.3