Diario de León,  La Llariega

40 años a la sombra

Este año se cumplen nada menos que cuatro décadas del despertar de la identidad leonesa. No fue hasta bien entrado 1977 cuando cobró verdadera importancia en León .

Hace apenas unas semanas que una conocida cadena de televisión comenzó una serie de reportajes sobre los últimos cuarenta años en España. El comienzo, 1977, no parece una casualidad: desde el mismo momento en que se produjo, la Transición apareció como un cambio fundamental en la reciente historia española por marcar un nuevo ciclo político y social que llega hasta hoy, un ciclo marcado por la monarquía parlamentaria, la aparición de la Constitución de 1978 o el Estado de las Autonomías. A pesar de aparecer como un éxito, muchas críticas se han hecho, no obstante, a este proceso. Algunas de las cuales se han agudizado en los últimos años, por lo que no es de extrañar que aquellos años salgan a la palestra con más presencia si cabe. A la Transición se le achacan muchos éxitos, pero también fracasos. Para los leoneses quizás el más sonado sea el de no ser escuchados en sus aspiraciones territoriales. Por eso, y porque estamos entrando en la recta final del año, merezca la pena echar la vista atrás y hacer un pequeño resumen de aquel 1977 donde se estaba empezando a fraguar un debate que sería determinante para la historia reciente de León.

A pesar de que el debate sobre la descentralización del Estado había empezado ya desde comienzos de 1976, no será hasta bien entrado 1977 cuando cobre verdadera importancia en León. La opinión pública y las instituciones se habían mantenido con cautela, cuando no al margen, respecto a algunos de los proyectos para formar un ente regional. Así ocurrió en febrero cuando, tras una reunión de las Diputaciones españolas en Zaragoza, se tomó la decisión de crear una Mancomunidad con las de León y Castilla. La Diputación leonesa, junto con las de Santander y Logroño se mantuvieron al margen hasta el último momento de un proyecto que, con el paso del tiempo, se demostró insufiente para las exigencias del proceso autonómico. Tampoco iniciativas regionalistas como el partido político Alianza Regional de Castilla y León o el Instituto Regional de Estudios Castellano-Leoneses habían suscitado ningún entusiasmo en León. En realidad, en su mayoría, esos proyectos heredaban una tradición de regionalismo defensivo frente los autonomismos vasco y catalán que habían involucrado a grupos con intereses económicos, pero de escasa base popular en León.

Ni siquiera la campaña electoral de las elecciones de junio sirvió para que el debate territorial tomase impulso en la provincia. Al contrario que en regiones con tradición autonomista, los partidos políticos pasaron por el tema de puntillas.

Tras las elecciones los partidos comenzaron a plantearse el tema autonómico. En muchas partes de España, frente a las iniciativas gubernamentales (se creó un Ministerio para las regiones), los partidos comenzaron a mover ficha. Sin embargo, en León, los partidos mayoritarios, UCD y PSOE, lejos de mantener la iniciativa se dejaron arrastrar de forma vacilante por opciones que venían de fuera. La principal fue la opción de Castilla y León, pero no la única. La opción de unir la provincia de León a la de Oviedo también se contempló.

Sin embargo, algo cambia ese verano del 77. En la Fiesta del Pastor celebrada para recordar a los pueblos inundados por el Pantano de Luna, va a surgir el Grupo Autonómico Leonés. Esta agrupación, que nace como una escisión del PCE por el descontento de algunos de sus militantes ante la posición contraria a la autonomía de ese partido, nace con la clara vocación de luchar por la identidad leonesa y conseguir un Estatuto de autonomía. Sus reivindicaciones se basaron en argumentos contrarios a las posturas historicistas habituales. La reivindicación de que fueran los leoneses los que eligieran su encaje territorial a través de un referéndum o su planteamiento de la región leonesa como una víctima del Estado que la sangraba «de recursos y de hombres» los situaba en posiciones más cercanas a partidos de izquierda que apostaban por el derecho a decidir o por posiciones cercanas al tercermundismo.

Pero no fueron los únicos. Junto al Partido Socialista Popular y otras agrupaciones como el Concejo Abierto Leonés o la Asamblea Independiente Leonesa mantuvieron durante los siguientes meses un frente contra los partidos tradicionales a los que acusaban de seguir directrices que venían desde arriba en contra de la voluntad de los leoneses. Así se opusieron abiertamente mediante propaganda y comunicados a la asamblea de parlamentarios de Castilla y León celebrada en la capital leonesa el 17 de diciembre. Concluía así un año fundamental para el despertar de la identidad leonesa que, a partir de ese momento, comenzó a crecer y manifestarse cada vez más abiertamente en contra del proyecto que, en otros lugares, se tenía para ella.

Publicado originalmente en el Diario de León