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Invierno o primavera

Preguntémonos, frente a esos expertos que cada día nos lo anuncian en los medios de comunicación, si ya nada volverá a ser como antes después de ese conflicto abierto en Ucrania que amenaza con sus grietas al mundo entero. ¿Nada volverá a ser igual o quizás todo seguirá como ha sido siempre? Uno no puede dejar de pensar que la respuesta de Lampedusa —que todo cambie para que todo siga siendo lo mismo— va a imponerse lacónicamente en este siglo en el que han muerto las antiguas certezas y utopías que dominaron la centuria pasada. Todavía recién terminada la II Guerra Mundial, sobre un gigantesco montón de escombros, un Albert Camus que en el fondo no había perdido la fe en el progreso de la humanidad y de la historia, dejaba una esperanza a la Europa que amanecía ante sus ojos: «Sí, basta contemplar una noche de Provenza, una colina perfecta, percibir el olor de la sal, para advertir que todavía hay que hacerlo todo». Sin embargo, aquel grito no tardó en quedar congelado apenas salía de sus labios cuando la Guerra Fría volvió a imponer al mundo su rígida mecánica de amenazas y miradas aviesas. Y con ella empezaron a colear la ilusión y la confianza hasta que quedaron muertas en la orilla de la playa al final de aquel siglo atronador. Comienza hoy la Semana Santa, se abre el camino a la Pascua que en los calendarios tradicionales occidentales ha sido la señal del comienzo de la primavera. Para los judíos la liberación del pueblo hebreo, para los cristianos la muerte y resurrección de Jesucristo; en definitiva, la esperanza en el cambio y el triunfo de la luz. Así en las comunidades rurales de nuestro entorno fue la fiesta de la juventud, de los quintos y sus correrías, para cuyas celebraciones, ritos de paso a la madurez, recogían huevos, símbolo casi universal del renacer, y rosquillas que en sus círculos recuerdan ese ciclo que no cesa. Fue la fiesta de los ramos y el verde, del amor. Atrás quedaba el invierno y se abría la esperanza copiosa de la primavera.

Preguntémonos si fueron otros tiempos donde existió la confianza en los caminos trazados, incluso en aquellos marcados por los astros, épocas hoy lejanas y a las que nos aferramos con nostalgia. Preguntémonos si hoy, lejos ya de aquellos tiempos, tras un conflicto que recuerda a los del siglo XX, volverá a haber una esperanza primaveral, como aquella de Camus en el ser humano, o se impondrá la cruda realidad imperiosa del invierno.

Publicado originalmente en el Diario de León