Hay mucho pimentón en la cocina leonesa. Demasiado. Quizás sea por la altitud de la meseta o por esa obsesión hacia los reyes medievales y las piedras viejas. Me bajo del coche después de un largo viaje desde la orilla del Mediterráneo y siento el frescor vigorizante de la noche. Y pienso en el rojo pimentón de la Vera y en poetas tristes. Atrás queda la luz cegadora y el roce violento del esparto sobre paredes blancas. Atrás las blandas noches de calor espeso. Desde la costa de Málaga, en un día claro, puede verse el perfil del Rif medio disolviéndose en la distancia. Hace mucho tiempo los navegantes fenicios…
-
-
Veraneantes
Así es el verano. Vibra el calor como el metal de una campana que todo lo cubre y se lanza el que puede en busca de un recodo junto al río, una sombra, el alivio del refresco y de la brisa. Pasó el tiempo del estío como la época del trabajo y la cosecha, y hoy el calendario es el de la escuela y la oficina. Y así esparcen la holganza muchos veraneantes a la sombra de los chopos. Así se echan los peregrinos a la madrugada, escapando del sol, buscando el fin de la tierra. Así los viajeros posan frente a catedrales y castillos, hacen sonar vasos y cubiertos…
-
Pueblos
Pasó San Juan, pasó el solsticio que le abre la puerta al verano. Se cierra ese ciclo festivo que va de San Juan a San Pedro, con San Pelayo en el medio, y comienza julio, mes del calor y de la espiga. Y de los pueblos. En otros tiempos lo fue por abrirse paso en ellos el bullicio de fiestas y cosechas, hoy por ser destino y descanso de aquellos que habitan el trabajo invernal de las ciudades. Julio da resuello a la asfixia de muchos pueblos en los que se abren ventanas largamente cerradas, es diástole, espejismo de vida en su penosa marcha de agonía. Pero no piense el…
-
San Juan: fuego y cambio
Llega el verano con San Juan, santo del bautismo y del agua, fecha de manantiales y mar, de rocío en la madrugada sobre hierbas de siete nombres y siete fuentes, tiempo de solsticios y fuego purificador, noche corta, noche-puerta que se abre al abismo prometiendo una fuente interminable de amores y aventuras. Es umbral del tiempo, es inflexión, palanca del mundo. Gira el invierno sobre sí mismo y el verano aparece con todo su vigor. Si Cristo nace con el invierno, nace San Juan, el santo de los santos, con el calor y el estío; una línea cruza el círculo del calendario de medio a medio y el tiempo se…
-
Romerías
Llega Pentecostés, se esparcen las llamas del sol en días interminables. Tiempo que se abrió a los giros de la guadaña y de la hoz, tiempo que se abre a las vueltas de las cuchillas de máquinas que navegan el polvo y los sembrados. Giros y vueltas que llegan de lo más alto. El sol es un peregrino de los puntos cardinales y este es tiempo de echarse a los caminos bajo el cálido abrazo de sus lenguas de luz. Porque nuestra vida está hecha de pasos y caminos que crean nuestros pies para consolarnos de aquel otro camino trazado por el fatal demiurgo que nos lleva sin solución desde…
-
Pasa mayo
Sube el sol en su cesta a lo más alto del cielo y desde allí contempla el paso de la primavera. Pasa mayo. Va abriendo el ojo el surco y las primeras gotas de sudor resbalan brillando por el espejo del asfalto. Tiempo de mayo, tiempo del verde. Y de cunetas donde florecen radiantes de color las migas que olvidó el que dejó el pan sembrado. De macetas explotando en los balcones. Tiempo volátil que baila trapecista entre el invierno y el vértigo del rayo más vibrante e infinito que anuncia el sol. Ahí corre el tren de mayo entre sembrados. Ahí espera latiendo la vida bajo la costra rota…
-
Más olvido
No hay paisaje fuera de nosotros mismos. Un día antes de que las dos torres de refrigeración de la térmica de la Robla cayeran derrotadas bajo explosivos, contemplaba desde la chana de Camposagrado el perfil de una estampa que me había acompañado toda la vida. Algunos plantaron las inmensas choperas que empiezan a verdear junto al río Bernesga. Los montes cubiertos de robles ya estaban allí desde hace mucho. Y, al fondo de una ribera que asciende encajonándose entre ellos, otros construyeron un complejo industrial que lleva allí desde que tengo memoria. El paisaje nos pertenece y muchos, cuando el derribo, seguramente dejarían caer conmigo alguna lágrima por la pérdida…
-
Cucu
Se hace el remolón el invierno. Sin embargo, y aunque el mundo estalla en mil desgracias, no deja de recordarnos con su giro inevitable que siempre, en alguna parte, queda un destino marcado, un trazo implacable cuyo secreto permanecerá ajeno a la voluntad de los seres que lo habitan. Chirrían los goznes del mundo y el sol a veces brilla, pero no calienta. Y así, alguien anuncia al otro lado de la ventana la visita de la primavera, tan tímida en esta casa nuestra. Quizás sea por esa certeza del paso inexorable del tiempo por lo que muchas culturas han depositado su esperanza en un destino escrito, un futuro que…
-
Invierno o primavera
Preguntémonos, frente a esos expertos que cada día nos lo anuncian en los medios de comunicación, si ya nada volverá a ser como antes después de ese conflicto abierto en Ucrania que amenaza con sus grietas al mundo entero. ¿Nada volverá a ser igual o quizás todo seguirá como ha sido siempre? Uno no puede dejar de pensar que la respuesta de Lampedusa —que todo cambie para que todo siga siendo lo mismo— va a imponerse lacónicamente en este siglo en el que han muerto las antiguas certezas y utopías que dominaron la centuria pasada. Todavía recién terminada la II Guerra Mundial, sobre un gigantesco montón de escombros, un Albert…
-
Ciudades
Rusia cambia su estrategia porque su ejército parece estrellarse contra los muros de las ciudades ucranianas. Esas ciudades que se alzan como atalayas en medio del paisaje de la Gran Llanura Europea, ciudades como islas de hormigón flotando entre el cielo limpio y un infinito mar de trigo. El campo es el camino abierto hacia el horizonte y la ciudad, el muro. La ciudad frente al campo. O la ciudad contra el campo. Las primeras ciudades nacieron rodeadas de murallas. La inseguridad del monte y de la noche acechaban. Desde las almenas los ojos nunca se cerraban y los postigos estaban siempre alerta. Fuera estaba la incertidumbre y el aullido…