No deberían de extrañar a los leoneses las recientes declaraciones del alcalde de León a favor de la autonomía. Al fin y al cabo es un asunto, el de la incomodidad territorial, que anda rondando durante años por la calle. Lo que sí debería extrañar es el revuelo levantado. ¿Acaso no se espera de un político que lleve a la palestra de la opinión pública aquello que preocupa a los ciudadanos? Sin embargo, expresiones como “ocurrencia” o búsqueda de “localismos” han tratado rápidamente de echar encima de sus palabras un capazo de desautorización.
Las reclamaciones de José Antonio Diez, no obstante, no son algo que el político se haya sacado de pronto de la chistera. El recorrido histórico de sus demandas pueden rastrearse a lo largo de los últimos doscientos años. Desde las revoluciones liberales, cada vez que se han planteado en España intentos de descentralización y de hacer la política desde abajo (intenciones que no deberían extrañar a la izquierda), han propuesto los leoneses un proyecto propio.
Así, durante la Guerra de Independencia, a principios del siglo XIX, la Junta de León se hizo fuerte frente a las intenciones del Capitán General de Castilla la Vieja de frenar el cuestionamiento del viejo orden. Los leoneses hicieron valer su institución invitando a las provincias castellanas, pero sin doblegarse al control al que se le estaba tratando de someter por los valedores del Antiguo Régimen.
De sobra conocida es también la reclamación que hizo la Diputación de León, en 1873, a las Cortes Constituyentes de la I República, tras conocerse el proyecto de Constitución donde se pretendía incorporar a León en el Estado Federal de Castilla la Vieja. Reflejadas quedaron en las actas de la Diputación las reclamaciones que esta recibía de los ayuntamientos instándola a acudir a las Cortes “para que se contara a la provincia de León como uno de los Estados de la Península y la repugnancia que demuestran sus habitantes a perder la autonomía y a ser agregados al que figura en el proyecto de Constitución Federal con el nombre de Castilla la Bieja”.
Los proyectos no cesaron durante el siglo XX. La idea de una regionalidad leonesa, bien ceñida a la provincia de León, bien junto a provincias limítrofes, hicieron surgir diferentes propuestas de autonomía y descentralización que se vieron abortados por la Guerra Civil. El resurgir de esas sensibilidades durante la Transición en voces como las del Grupo Autonómico Leonés, el Partido Socialista Popular o la del miembro del PSOE Baldomero Lozano llegaban desde una corriente que fluía desde mucho más allá. Una corriente que no cesó y que sigue latiendo en la calle. Y que a veces, a pesar de esa impostura de estupefacción que muestran algunos, surgen en palestras a las que no estamos acostumbrados. Pero que, en realidad, siempre han estado ahí.