Castro de Chano, 2016, David Campos.
Contraportada,  Diario de León,  El Retrovisor

El pan de Fornela

Me dice una amiga que hoy es el último día que sube el pan al valle de Fornela. Hoy, el panadero de Sorbeda del Sil recorrerá por última vez un recorrido que inició su padre en los años cuarenta del pasado siglo. Subirá por ese olvidado paraje leonés, valle glaciar, esquina entre el Valle de Ancares, y Asturias, entre Galicia y esas riberas mineras del Sil que discurren entre Babia y el Bierzo. Llegará hasta Guímara. Pasará por Peranzanes y Cariseda. Viajará por nombres tan sonoros como antiguos y discurrirá serpenteando bajo la mirada de esos ojos de piedra que tiene el castro de Chano.

Me dice mi amiga que nunca dejó de subir el panadero. Primero con caballerías, después en un Land Rover. Día tras día. Incluso en las temporadas más impracticables del invierno aparecía haciendo sonar el claxon. El día en que se jubiló, en un homenaje que le hicieron los vecinos del valle, ese hombre recordaba que muchas veces subía abriéndose paso entre la nieve. No solo para dejar el pan de cada día sino también para comprobar que aquellos vecinos, clientes y amigos resistían a las inclemencias con las que el clima suele castigar a los pueblos de montaña. Aquel Land Rover era más que la llegada del alimento, era la conexión con el mundo, con la civilización.

Y aquel día en que se jubiló el oficio pasó a su hijo. Hasta hoy. Me dice mi amiga que al hijo le ha salido un trabajo en la ciudad y que cierra la panadería. Quién sabe; ¿merecerá la pena seguir sirviendo pan a los poquísimos vecinos que quedan en Fornela? ¿Podrá competir el sacrificado trabajo de panadero –sus horarios de vértigo, las intrincadas carreteras–, con el trabajo en la ciudad?

Quiere la casualidad que hoy también sea el día de la despoblación en la capital del Reino. Los medios de comunicación nos recuerdan por todas partes la gran manifestación que se va a producir durante esta jornada por eso que se ha dado en llamar la “España vaciada”. Y aquí en León mucho se ha hablado de la significativa ausencia de organizaciones provinciales en ella. Pensando un poco, a menos de dos meses de las elecciones y con cien escaños en juego procedentes de esas provincias despobladas, la situación recuerda a aquella novela de Delibes; El disputado voto del señor Cayo. Más que los deshilachados planes que nos ofrecen hoy los políticos para parar la sangría, se enfrentan dos formas de entender el mundo. De un lado, esas propuestas que siempre llegan desde los foros tan alejados de las ciudades. De otro, los lugares como Fornela. Lugares que miran con incredulidad tantos años de promesas por parte de aquellos mismos que los condenaron al desprecio y al olvido. Lugares como Fornela que, de momento, ya se han quedado sin pan.

Publicado originalmente en el Diario de León