Cancilla. David Campos, 2019. -
Contraportada,  Diario de León,  El Retrovisor

Castilla

Hace unos días, el historiador Andrés Altés Domínguez dio en el Palacio del Conde Luna una charla dentro de los Calechos d’iviernu que está organizando la Asociación Faceira. Eran las horas ambiguas del anochecer, como corresponde a un buen calecho, cuando nos reunimos para escuchar al madrileño. El título de su charla era potente en su primera parte: Castilla frente a León, lo que quizás atrajo a muchos de los asistentes, pero era la segunda, Un discurso esencialista en el siglo XX, la que desplegaba los matices más sugerentes.

En penumbra y al amparo de la gran bóveda que cubre la sala de actos del palacio, Altés expuso muchos de los hitos de la construcción de la idea de España durante los dos últimos siglos. En sus palabras pudimos comprobar la importancia de la idea de Castilla en ese relato histórico. Por ejemplo, en una de las primeras obras sobre la historia de España del siglo XIX, la del palentino y leonés de adopción Modesto Lafuente. También el aporte fundamental del regeneracionista Joaquín Costa, que encontró en la construcción mítica de los héroes castellanos, opuestos a los autoritarios reyes leoneses, los símbolos necesarios para justificar su desencanto respecto a las autoridades del país. O los literatos de la llamada generación del 98 que hicieron de Castilla su Arcadia particular dadora del casticismo español. Desde luego los ejemplos no faltaron. Incluso no estaría de más recordar a Menéndez Pidal y su España del Cid, donde aparece una Castilla que muestra en sus carnes las libertades opuestas al autoritario reino de León. Todo lo contrario a la visión del franquismo, donde Castilla aparecía en su versión más caudillista y forjadora de la vocación imperial de España. Y así, tantos y tantos ejemplos que cuajaron en obras de divulgación y libros escolares.

Tras la charla, cayó en mis manos la publicación donde Andrés Altés expone sus argumentos: La independencia del condado de Castilla. Génesis y significación de un mito. En una rápida ojeada a la luz tenue de las farolas de la calle, leí una de las citas que preceden a la obra: L’histoire est discours; la historia es discurso. Altés, desde luego, nos dejó claro la importancia del símbolo de Castilla en la forja del discurso de la formación de España, fuera cual fuera su vocación. Para los liberales, Castilla fue la cuna de las libertades; para el franquismo fue la cunan del imperio. Una Castilla convertida en fetiche de prestigio, digna de ser reconocida, imitada y hasta de fundirse con ella. Tal ha sido el designio de todos los pueblos ibéricos y quizás también su maldición.

Publicado originalmente en el Diario de León