Repetidor de telefonía en el Valle de Finolledo (2013). David Campos
Contraportada,  Diario de León,  El Retrovisor

Adiós, hombre blanco

A veces las metáforas le esperan a uno a la vuelta de la esquina. O en el fondo de una librería. Hoy quería contar algo por aquí sobre la industria en León, esa flor de un día que se extingue ante nuestros ojos como las efímeras quitameriendas de nuestros puertos de montaña, cuando me he encontrado entre mis libros una pequeña obra titulada «América». Es un librito que me regaló mi abuelo hace muchos años y al que tengo mucho cariño, un libro para niños. Lo abro y a través de sus páginas amarillentas veo desfilar muchas de las gestas de la colonización de América del Norte. La expedición de Lewis y Clark remontando el Missouri o la colonización de las Rocosas por tipejos tan duros como Canibal Phil, que, literalmente, «se comió a su esposa india cuando estaba sitiado por la nieve». Una epopeya norteamericana hecha a medida de los blancos de origen europeo que terminarían construyendo las actuales sociedades de aquellos territorios. Me llama especialmente la atención uno de aquellos acontecimientos: la fiebre del oro en el Yukón. A finales del siglo XIX y principios del XX miles de personas acudieron a aquellas tierras alaskeñas respondiendo a la llamada del metal amarillo. Fue como un espasmo. Cuando se terminó el oro, ni siquiera se pararon a cerrar las puertas de aquellos chamizos que habían levantado a la carrera en unos territorios casi vírgenes, habitados por un puñado de pueblos indígenas que se habían visto desbordados por aquellos extranjeros infectados de un virus de avaricia que traían de sus tierras. El impacto fue enorme.

Dejo a un lado el libro y hago un salto mortal en el espacio y en el tiempo para llegar hasta este recodo del mundo en el que me encuentro. Y hago una metáfora con lo que ha ocurrido en nuestra tierra. Quizás sea una distancia inconmensurable. O quizás no tanto; no despreciemos el radical efecto satírico de la caricatura. Tampoco la historia de la industrialización leonesa ocupa muchos más años que aquel expolio del Yukón. Una región agraria donde la menguada manufactura existente había sumergido sus eximios capitales en el pozo de la Desamortización, veía llegar a lomos del «caballo de hierro» una industria extractiva en busca de materias primas. Fue a finales del siglo XIX. Aquel tren no solo se llevó el carbón, trajo también los productos foráneos con los que la gravemente tocada industria leonesa ya no pudo competir. Hoy, agotados los recursos, aquí sí que se cierran los chamizos. Los que quedamos lo estamos viendo desde la oscura impotencia de nuestros tipis.

Publicado originalmente en el Diario de León